Más que una antigua práctica, las bebidas forman parte de la tradición de Quito, aquellas que evocan inolvidables historias que junto a grandes personajes se resisten al paso del tiempo, esos que han dejado huellas en la memoria colectiva de muchos.
Los quiteños, tradicionalistas, fiesteros y de buen temple mantienen el legado de algunas preparaciones típicas de la ciudad, no son muchos, pero los que sí lo hacen, le ponen un toque característico y peculiar.
Costumbres que desaparecen en fiestas de quito
Antaño, las fiestas de Quito empezaban con juegos populares, entre los que resaltaban los trompos, las canicas, el palo ensebado, los campeonatos de 40 y de indorfútbol, en lo que a diversión se refiere.
El ambiente gastronómico lo ponían los buñuelos, el gato encerrado, los pristiños con miel, las tortillas con caucara y los llapingachos, comida que a mucha gente le reanimaba en las frías madrugadas quiteñas luego de una gran zapateada en las verbenas populares. Y cómo olvidar el caldo de patas, el locro de cuero o el caldo de 31 que también hacían de las suyas.
Las costumbres han cambiado, la gente asume hábitos modernos de la generación actual y como es de esperar se vive el ahora y la gente se pregunta cuáles son las bebidas que, con o sin licor, son parte de las festividades de Quito.
Ahí están el rosero, el canelazo y la chicha de arroz, preparaciones que son parte del sincretismo cultural de la ciudad.
Rosero quiteño en las fiestas de Quito
Mote cocinado, azúcar, agua fría, clavo de olor, canela, hojas de naranja, hojas de arrayán, piña, babaco, chamburo, frutilla y pulpa de naranjilla.
Para elaborarlo, el mote se corta finamente con un cuchillo. Seguido, se envuelve en una gasa clavo de olor, canela, arrayán y hojas de naranja (sachet) y se agrega a la base.
Se licúa la mitad de la fruta, la otra se corta en cubos y se la pone en la preparación anterior. Se deja hervir por cinco minutos, se enfría y se sirve.
Ésta es una bebida con leyenda y tradición. Para especificar su origen, el chef Juan Carlos Fernández, director de CAS Ecuador, manifiesta que su preparación se remonta a los conventos y claustros de la colonia y su nombre se dio porque un religioso de apellido Rosero lo elaboró.
En aquel entonces sólo los curas, monjas y criollos podían degustarlo; ahora tiene algunas variaciones, dependiendo del gusto de cada cocinero, y se lo consume en varios rincones de la ciudad.
Asimismo, el chef Daniel Jácome, instructor del mismo centro gastronómico, cuenta que en su preparación se incluía agua de azar, producto que se obtiene tras el destilado en corriente de vapor de la infusión de pétalos de la flor de azar de naranjo amargo, flor muy aromática, pequeña y con algunas propiedades.
La gente pedía en los conventos este producto para preparar el rosero quiteño que se ponía al final para aromatizarlo.
Canelazo de sabor en fiestas de Quito
El típico canelazo, que mayormente se consume en las fiestas, tiene naranjilla de jugo o de colada, de preferencia, que complementa su acidez con maracuyá.
Hay quienes manejan con recelo sus recetas y una de ellas es colocar la fruta entera con unos pequeños orificios en la cáscara para que salga todo el sabor, junto a la canela, pimienta dulce y panela.
Se pone aguardiente o destilado de caña y lo sirven en las fiestas, para el frío y, en algunos casos, los refriados.
Las bebidas de moda en fiestas de Quito
Lo cierto es que para celebrar las fiestas de la carita de Dios, ya sea con comida o bebida, las personas que la aman lo hacen con canelazos, pristiños, rosero, chicha, buñuelos, pinchos, empanadas de mejido, de viento o con lo que la gastronomía ecuatoriana ofrece; todo esto para contagiar a las futuras generaciones de aquello que no puede desaparecer: las costumbres y tradiciones del pueblo.